A LA ROLA.
Basado en
el Cancionero Zamorano de Haedo.
ASOCIACIÓN ETNOGRÁFICA DON
SANCHO.
Es un auténtico orgullo por parte de la Asociación Etnográfica Don Sancho que una de las personas que más saben de etnomusicología, músicas de tradición oral y cancioneros prologue un trabajo discográfico basado en un cancionero. Es el caso de nuestro admirado D. Miguel Manzano Alonso, que redactó estas palabras para la versión en CD de "A la rola", nuestro trabajo escénico y musical basado en el Cancionero Zamorano de Haedo.
Que estas músicas, ideas y palabras se difundan.
Muchas gracias, Maestro.
Muchas gracias, Maestro.
CONTENIDO
DE UN PROYECTO:
MEMORIA DE UN MAESTRO
Las variadas formas y procedimientos con los que se suele
conmemorar, recordar y ensalzar la figura de un músico en su propia tierra y
ciudad, ya se han venido poniendo en juego desde hace mucho tiempo para honrar
la memoria del Maestro Haedo. Se le dedicó una plaza. La denominación de un
Instituto de Enseñanza Media también lleva su nombre. Fallecido el Maestro,
agrupaciones corales varias, cuyos componentes habían formado parte de aquella
Real Coral Zamorana, con la que él cosechó numerosos triunfos en Zamora y en
varias ciudades de España, interpretaron un buen número de conciertos,
dirigidos por algunos de sus discípulos aventajados, incluyendo canciones
populares de Zamora que él mismo había recogido y armonizado. Con el título Cancionero
Zamorano de Haedo, la Diputación de Zamora editó un grueso volumen en
formato de lujo, de libro para coleccionistas, cuyas páginas acogen las
275 transcripciones musicales que, según el estudioso de su obra, Salvador
Calabuig, transcribió él mismo del dictado de cantoras y cantores. Al cual
siguió un segundo tomo en el mismo formato, con infinidad de datos sobre el
maestro y su actividad musical en Zamora en el tiempo en que ejerció su
profesión de músico. Se conservan y se han difundido (inexplicablemente en
forma semiclandestina, en lugar de una reedición) aquellos históricos discos
que, aun con todas sus limitaciones técnicas, guardan testimonio de la forma de
arreglar e interpretar el repertorio popular que caracterizó al Maestro.
Grabaciones con gran valor documental, porque son testimonio del estilo coral
vigente en las primeras décadas de pasados siglo, en el que Haedo brilló con un
estilo singular. Grabaciones que muestran el hondo valor musical de la
tradición oral cantada, desconocida en las ciudades capitales de provincia, que
descubrieron, gracias a esta labor, el tesoro inmenso que encerraban las
memorias de las gentes de los pueblos.
Pero quedaba todavía algo muy importante sin hacer: dar voz a
las transcripciones musicales que llenan las páginas del Cancionero Zamorano
de Haedo. Nadie hasta ahora lo había hecho, que sepamos, en la forma en que
el grupo Don Sancho lo hace en este disco, el primero que recoge, cantados, los
sonidos que él escuchó y transcribió a los cantores de numerosos pueblos de las
tierras zamoranas. Un cancionero que contiene en transcripciones
musicales los cantos populares interpretados por las gentes del ámbito rural
es, siempre, un tesoro documental. Lo venía siendo ya, pero hoy lo vemos mucho
más claro, cuando esa tradición oral se ha roto y ha terminado por agonizar.
Sabemos muy bien que todo libro es letra muerta, pero que cobra
vida en cuanto alguien lo lee. Si en solitario y en silencio, para revivir en
su mente, y si en alta voz y ante otros, para cobrar una vida todavía mucho más
patente. Tal ocurre, todavía en mayor medida, con los cancioneros que recogen
las músicas populares. Son también músicas muertas, como afirman con cierto
desdén quienes no saben leerlas cantando, pero que cobran vida en cuanto
alguien que sabe leer música se pone a entonar los sonidos que laten en esas
páginas. Y una vida mucho más palpitante, más lozana, más animada, cuando ese
canto lector se hace en grupo. Unas veces de principio a fin, cuando el género
de canción es colectivo, como en el caso de ciertas rondas, y otras en animado
y divertido coloquio, como cuando la voz de un solista dialoga con el colectivo
que lo está escuchando, como era costumbre en muchas canciones de baile, de
boda, de divertimento, de trabajo, de entretenimiento…
Cuando se escucha este disco al tiempo que se hojea y se localiza la fuente en
que el Grupo que lo interpreta ha bebido, se percibe claramente que detrás de
este resultado sonoro ha habido un trabajo selectivo que ha requerido una
lectura y relectura detenida. Primero para escoger, de entre lo bueno, lo
mejor, porque no todas las canciones populares son de igual calidad por el
hecho de serlo. Las hay que son joyas íntegramente conservadas en la memoria.
Pero también las hay fragmentadas, mal entonadas, medio olvidadas. Y las
hay que necesitan ser completadas con nuevos textos, porque así lo pide su
estructura original, que en algunos casos olvidó quien las dictó. Segundo, para
organizarlas en bloques alrededor de una celebración, de un rito, de una
sonoridad similar, de un ámbito geográfico comarcal, que agrupa pueblos de un
entorno vecino. Este trabajo queda explicado con toda claridad en las páginas informativas
de este cuadernillo, que el Grupo Don Sancho ofrece como guía para la escucha.
Aquí hay un proyecto bien diseñado que va hilvanando cada una de las doce
secciones, no un popurrí aglomerado sin orden ni concierto. Se consigue con
este procedimiento que esta antología, para la que se han tomado poco más de
una treintena de temas, sea, por una parte, una muestra etnográfica variada, y
por otra que represente en su amplitud una tierra que lleva un nombre:
Zamora.
Como músico, como estudioso de la canción popular tradicional y como editor de
varios cancioneros, no puedo sino estar satisfecho de que por una vez un
colectivo amante de esa música tradicional haya tomado un cancionero transcrito
y escrito, como fuente para la realización de un proyecto musical que responde
a trabajar por la difusión de nuestra música popular, que ya agoniza en su
hábitat. Para eso fundamentalmente hemos trabajado los que hemos dedicado
nuestro tiempo a la recopilación de cancioneros, aunque también para la investigación,
para el conocimiento de la naturaleza musical de la tradición popular, tan
diferente en muchos aspectos, y tan portadora de otros valores musicales
distintos de los inherentes a las músicas de autor.
Es por ello muy deseable que esta antología, tan bien realizada, de canciones
zamoranas, tenga una amplia aceptación, y se abra, en razón de la forma en que
ha sido compilada e interpretada, un camino propio y singular, entre tantas en
número, tan divergentes en finalidades, tan discutibles en procedimientos y tan
variadas en destinos como son las que aparecen cada día en cada ámbito
geográfico de estas tierras nuestras. Objetivo difícil y complicado, dada la
facilidad con que algunos gallos muy cantores han buscado y encontrado ayuda,
la merezcan o no en razón de la calidad, para cantar en un corral que creen de
su propiedad, a veces incrustado entre las tapias institucionales. Y también
fuera de él, por el sencillo procedimiento de ‘yo te traigo a mi casa y tú me
llevas a la tuya’.
Objetivo difícil, he dicho, pero también posible, porque detrás
de este proyecto hay un grupo compacto, una ilusión colectiva, un saber hacer
lo que se trae entre manos, y la fuerza comunicativa de nuestras músicas
tradicionales tal como son, sin contaminaciones de fusión ni desarrollos
neofolklóricos.
Termino con un golpecito en la espalda, ¡ánimo y adelante!, a los que han
sacado arriba este proyecto musical, para que esta antología no sea
única. Porque un cancionero da para mucho, es difícil agotarlo.
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